Miguel Angel Paladino. - Medico anestesiólogo
del Hospital de Pediatría Juan P. Garrahan. - E-mail: paladinomiguel@yahoo.com.ar Profesor titular de Anestesiología Fac. de Medicina de la Universidad
de Morón - Buenos Aires Argentina
El traumatismo de cara y cuello puede incluir daño verdadero de
las vías aéreas sumadas o no a lesiones de las estructuras
vecinas. Las lesiones podemos agruparlas en traumatismos directos e indirectos
con o sin compromiso de la vía aérea
Lesiones por trauma directo
- Fracturas mandíbula
- Fracturas maxilar
- Traumatismos contusos
- Lesiones de partes blandas
- Heridas penetrantes
- Heridas de bala
- Heridas punzantes
Lesiones por trauma directo:
- Hemorragia de tejidos blandos
- Enfisema o edema de tejidos blandos
- Neumotórax
- Quemaduras
- Inhalación de humo
- Lesión de columna cervical
Es indispensable recordar que las lesiones de las vías respiratorias
(en especial las cervicales) son dinámicas y no estáticas
y pueden afectar con gran rapidez y en forma grave la función respiratoria
Trauma máxilo-facial
El trauma máxilo facial no asociado con dificultad respiratoria
debe ser tratado sólo después que el paciente esté
completamente estabilizado.Debe asumirse que todos los pacientes con
trauma máxilo facial producidos por traumatismo cerrado tienen
fractura de columna cervical, y el cuello debe ser protegido hasta que
la lesión haya sido descartada. El examen del cuello incluye
la observación y la palpación. La ausencia de déficit
neurológico o dolor no permite descartar la lesión de la
columna cervical y debe presumirse que existe hasta que un adecuado estudio
radiológico permita descartarla.
El objetivo en la valoración de lesiones faciales es identificar
a los pacientes en los que puede haber dificultad durante la atención
de la vía aérea respiratoria, a los que han presentado hemorragia
activa de vías respiratorias altas o tejidos vecinos, o a los que
tienen fuga de LCR (rinorrea u otorrea).
Algunas circunstancias como limitación para abrir la boca; elevación
del piso de la boca por fractura bilaterales mandibulares; desplazamiento
posterior de la región medio facial por fracturas del pilar posterior(
apófisis pterigoides) ; hematoma de la región cervicofacial;
y sangre , desechos , dientes o cuerpos extraños en vía
respiratorias altas , dificultan la atención de las mismas.
Las vías respiratorias altas comienzan en la cara y el esqueleto
craneofacial, que de hecho son dos configuraciones óseas independientes
contiguas entre sí. Es convencional dividir el esqueleto facial
en tercios, donde el inferior está constituido por la mandíbula
y se subdivide en sínfisis en la línea media, región
parasinfisial, cuerpo, ángulo y rama que asciende hacia la apófisis
coronoides, y el cóndilo en su articulación con la fosa
glenoidea, que incluye la articulación temporomandibular. El tercio
medio contiene los maxilares, los cigómas, las apófisis
frontales, los huesos propios de la nariz y las órbitas. El tercio
superior está constituido por el hueso frontal y las apófisis
frontocigomáticas.
Arcos y pilares del esqueleto craneofacial redistribuyen y dispersan las
fuerzas fisiológicas de la masticación y por tanto protegen
los dos esqueletos. Un resultado secundario es la creación de un
vector normal de dispersión de fuerza, que redistribuirá
y dispersará las fuerzas no fisiológicas aplicadas a los
esqueletos. Así, un golpe en la mandíbula puede tener suficiente
magnitud para fracturarla en un punto de impacto y en otro sitio dentro
del hueso, pero la fuerza del impacto se redistribuirá y no se
extenderá como fractura a la base del cráneo. Un golpe en
la porción mediofacial, sobre todo si proviene del frente y de
arriba, no sigue un vector normal de dispersión y redistribución
de fuerza y, por tanto pone en riesgo no solo la integridad del esqueleto
facial, sino también la extensión de una fractura mediofacial
a la base del cráneo. Desde luego esto es posible porque existen
fracturas concurrentes en la mandíbula y el cráneo. Por
lo común esto no se debe a un solo golpe sino a una serie de ellos
que afectan la mandíbula y el cráneo.
La mandíbula es un hueso tubular y por tanto obtiene su fuerza
de la corteza y será más fuerte y menos vulnerable a las
fracturas en el punto en que la corteza es más gruesa, que es en
el borde antero inferior En dirección posterior la corteza se adelgaza,
lo que incrementa el riego de la fractura. La mayor parte de las fracturas
de mandíbula tiene lugar en la rama, sea en el ángulo, en
el área subcondilar o afectan el cóndilo mismo. Las fracturas
subcondilares, en particular si tiene angulación aguda, o las condilares,
si afectan la articulación temporomandibular (ATM), pueden provocar
disfunción mecánica en la articulación y por tanto
dificultar la intubación. Otro punto común dentro del cuerpo
de la mandíbula de fractura es a nivel del primero o segundo molares.
La maloclusión es un importante signo de fracturas facial. Típicamente el paciente señala que los
dientes del maxilar superior y la mandíbula no se encuentran. La
exploración física debe repetirse a intervalos breves por
la naturaleza dinámica de estas lesiones.
El edema de vías respiratorias altas y la hemorragia cervicofacial
o lingual también puede progresar durante la atención inicial,
y dar lugar a obstrucción total o parcial de la vía respiratoria.
La disminución del espacio entre incisivos durante la apertura
bucal (que normalmente es de 4 a 4.5 cm.) puede tener causas mecánicas
o deberse a dolor y trismo.
Son ejemplos de factores mecánicos que limitan la apertura bucal:
- una fractura malar desplazada que bloquea la apófisis coronoides,
- las fracturas bilaterales de los cóndilos mandibulares y
- la dislocación anterior extrema de ésta, con desplazamiento
de apófisis coronoides por delante del hueso cigomático
Estos mecanismos pueden diferenciarse por medio de la tomografía,
que en muchos centros reemplazó a las RX faciales simples no sólo
porque elimina la inconveniencia de colocar en posición al paciente
sino también porque proporciona información completa sobre
fractura y dislocación de huesos faciales.
Los pacientes con fractura de la línea media pueden tener fractura
de la placa cribiforme. Los traumas sobre la línea media
pueden producir fracturas con desplazamiento y compromiso de la naso y
orofaringe. Las fracturas de mandíbula pueden ocasionar
la pérdida del soporte de la musculatura normal de la masticación
y consecuente obstrucción de la hipofaringe por la lengua. Las
fracturas faciales pueden estar asociadas con hemorragias y aumento
de las secreciones, causando un compromiso adicional de la vía
aérea. Las injurias del cuellos pueden afectar la vía aérea
como resultado de un trauma directosobre la laringe, el soporte
de estructuras de la vía aérea (mandíbula) o hemorragia
con compresión secundaria.
La mayor parte de los problemas para la intubación pueden identificarse
en el examen físico. Las contusiones, laceraciones, equímosis
u otros datos de daños de la región craneofacial indican
al médico que busque síntomas como dolor, hipersensibilidad
localizada, crepitación por fracturas subyacentes, entumecimiento
y parálisis en la distribución de un nervio específico,
asimetría o deformidades faciales, hemorragias, alteraciones visuales
y obstrucción de la respiración que son muy sugerentes de
lesión facial grave
Traumatismo de cuello
En el corte horizontal de la región del cuello podemos ver la relación
entre las estructuras que rodean a la vía aérea . Hay pocas
regiones anatómicas del cuerpo que tengan tal diversidad de órganos
como el cuello, considerando que casi todas las estructuras vitales están
representadas, respiratorias, vasculares, digestivas, endocrinas y neurológicas.
Es por eso que el conocimiento acabado de la anatomía es esencial
para el óptimo manejo de las heridas penetrantes de cuello Del
punto de vista estrictamente anatómico se puede dividir el cuello
en tres regiones; un sector central o región raquídea, que
comprende el esqueleto de la columna cervical, el sector cervical de la
médula espinal y sus envolturas meníngeas; un sector posterior
o región de la nuca, que comprende el conjunto de partes blandas
dispuestas por detrás de la columna cervical y un sector anterolateral
que es el más importante desde nuestro punto de vista, donde se
concentra la totalidad de las lesiones que vamos a analizar, siendo por
otra parte el sector de constitución más compleja. Este
sector anterolateral del cuello está a su vez dividido en dos triángulos
por el músculo esternocleidomastoideo; uno posterior limitado por
el borde posterior del esternocleidomastoideo, el borde anterior del trapecio
y la clavícula y uno anterior limitado por el borde posterior del
esternocleidomastoideo, el borde inferior del maxilar inferior y la línea
media del cuello, esta división tiene importancia ya que las heridas
del triángulo posterior raramente involucran estructuras vitales,
mientas que en el triángulo anterior existe alta posibilidad de
lesión vascular o aerodigestiva. La región anterior del
cuello ha sido dividida a su vez en tres regiones o zonas con características
propias y que requieren abordajes quirúrgicos diferentes. La zona
I es un área horizontal entre las clavículas y el cartílago
cricoides, la zona II se extiende desde el cartílago cricoides
hasta el ángulo de la mandíbula y la zona III corresponde
al área entre el ángulo de la mandíbula y la base
del cráneo.
Las heridas en la zona I acarrean la mayor mortalidad debido al riesgo
de lesiones vasculares graves y lesiones intratorácicas asociadas.
En esta zona se encuentra la salida de la vasculatura torácica,
junto con las arterias vertebrales y las carótidas proximales,
el pulmón, la tráquea, el esófago, el conducto torácico
y los troncos nerviosos simpáticos.
La zona II es la central, la de mayor tamaño, y también
la zona de mayor frecuencia de lesiones pero con una mortalidad menor
que en las zonas I y III debido a que las lesiones son diagnosticadas
más fácilmente y el abordaje quirúrgico es más
sencillo
En esta zona se encuentran las venas yugulares internas, las arterias
carótidas comunes y su división en arterias carótidas
internas y externas, las arterias vertebrales, la tráquea, el esófago
y la laringe.
La zona III tiene la característica de ser una región particularmente
difícil de abordar quirúrgicamente, y contiene la faringe,
las glándulas salivares, las venas yugulares internas, las arterias
vertebrales y el sector distal de la arteria carótida interna.
Edema y hemorragia son grandes enemigos de la permeabilidad de la vía
respiratoria y pueden cambiar con rapidez por la laxitud de los tejidos,
una vía aceptablemente abierta y con flujo de aire adecuado, a
un tubo cerrado por completo en un período mas o menos breve.
Es indispensable la observación constante de la vía aérea
y debe realizarse intubación endotraqueal más temprano que
tarde.
Valoración del paciente con traumatismo de
las vías respiratorias
Hay que observar y valorar el tipo de respiraciones del enfermo. Se debe
buscar signos y síntomas que orienten a lesiones de estructuras
cervicales como ser, enfisema subcutáneo, estridor laríngeo,
disfonía, hemoptisis, o neumomediastino como posibles signos de
lesión de vía aérea, y disfagia, crepitación,
aire retrofaríngeo como elementos de lesión esofágica.
Las lesiones vasculares se deben sospechar frente a la presencia de un
sangrado externo, de un hematoma, déficit de pulso, frémito,
auscultación de un soplo, o un déficit neurológico
Se aplica un estetoscopio no solo en los pulmones para juzgar la suficiencia
de la ventilación, sino también la presencia de sangre u
otros líquidos aspirados en la vía respiratoria. También
se coloca el estetoscopio sobre la vía respiratoria media, sobre
la laringe, para identificar estridor o flujo de aire turbulento. El enfisema
subcutáneo, sobre todo sobre el cuello y la porción superior
del tórax, es indicación de penetración de la vía
respiratoria en algún punto, y puede señalar neuma mediastino
precursor peligroso frecuente de neumotórax.
La afección de la vía respiratoria es fácilmente
evidente con la distorsión anatómica obvia. El cierre incompleto
de la vía respiratoria se caracteriza por respiración ruidosa
y estertorosa en la medida en que el aire entra de manera forzada a través
de un conducto estrecho .Por lo común el paciente se encuentra
ansioso y con frecuencia diaforético. Puede haber palidez y cianosis
peribucales, pero son difíciles de identificar. Se usan los músculos
accesorios de la respiración; el paciente asume posiciones inusuales
para facilitar la respiración, como inclinado hacia adelante para
usar la gravedad con objeto de ayudar al drenaje de secreciones y sangre,
y desplazar hacia adelante la mandíbula fracturada. Con grave afección
de vías respiratorias altas, el diafragma, que es el principal
y más poderoso músculo del cuerpo, predomina en la respiración
y supera a la acción de los músculos intercostales. La acción
forzada y energética del diafragma, en hacer que el aire pase por
la obstrucción, crea una presión intratorácica negativa,
con aspiración hacia el tórax y disminución del espacio
torácico anteroposterior durante la inspiración, e incremento
en la espiración.
El contenido abdominal se desplaza hacia adelante durante la inspiración
impulsado por el movimiento hacia abajo del diafragma, lo que crea una
respiración paradójica.
La hemoptisis indica aspiración de sangre de la herida a la vía
respiratoria superior, o lesión penetrante de la vía respiratoria
intra torácica. La sangre en los alvéolos es particularmente
por que no puede eliminarse y forma una barrera importante al intercambio
de gases.
Conforme el anestesiólogo valora al paciente con traumatismo cráneo
máxilo facial, debe considerar la posibilidad de otras lesiones
graves aunque tal vez ocultas. Alrededor de 4 a 5% de los pacientes con
fracturas faciales tendrán también lesiones craneales en
donde predominan las fracturas de los huesos frontal (38%), esfenoides
(24%) y temporal (22%).
Las fracturas del cigoma se observan en más del 70% de pacientes
con fracturas craneales y faciales. Las mandibulares no coinciden con
las craneales. Alrededor de 1 a 2 % de las personas con fracturas faciales
también tendrán de la columna cervical. La incidencia de
ésta última puede llegar hasta un 5% en lesiones en accidentes
de vehículo motor. Cualquier vértebra puede fracturarse.
En contraste con la falta de relación entre fracturas mandibulares
y fracturas craneales, 91% de pacientes con traumatismos faciales y fracturas
de vértebras cervicales tendrán fractura mandibular.
Es más probable que haya lesiones concomitantes que ponen en peligro
la vida (32%) en lesiones por alta velocidad, como en accidentes en vehículos
de motor, mientras que las lesiones de baja velocidad como las sufridas
en caso de violencia personal producen lesiones que ponen en riesgo la
vida 4% de las veces. Los anestesiólogos deben estar al tanto de
la posibilidad de lesiones intraabdominales que no son evidentes pero
ponen en riesgo la vida, como las roturas de hígado o bazo.
Al usar los músculos accesorios de la respiración
el paciente asume posiciones inusuales para facilitar la respiración,
como inclinado hacia adelante para usar la gravedad con objeto de ayudar
al drenaje de secreciones y sangre.
El traumatismo cervical contuso puede producir fracturas y edema
laríngeos, que ponen en riesgo la vía respiratoria. Los
pacientes están asintomáticos o solo muestran signos y síntomas
inespecíficos: disfonía, voz apagada, disnea, estridor,
disfágia, odinofagia, dolor e hipersensibilidad cervicales, equímosis
cervical, enfisema subcutáneo, datos de parálisis de cuerdas
vocales o hemóptisis.
CUADRO Nº 1 Signos y síntomas inespecíficos que hacen sospechar
lesión laringea |
Disfonía, |
Odinofagia, |
Dolor e hipersensibilidad cervicales |
Voz apagada |
Disnea, |
Equímosis cervical |
Parálisis de cuerdas vocales |
Disfágia |
Enfisema subcutáneo |
Estridor |
Desaparición de la nuez de adán |
Hemóptisis. |
La presencia de cualquiera de estos datos en traumatismo contuso, sobre
todo cuando hay antecedente de impacto cervical, indica lesión directa
de la vía respiratoria, cuya gravedad varía ampliamente.
Como no hay criterios objetivos excepto para cuellos cortos y tejido faríngeo
redundante, para predecir dificultad en la ventilación con mascarilla,
el anestesiólogo no debe dar pasos irreversibles como administrar
anestésicos y relajantes musculares con base en la expectativa de
poder ventilar al paciente si la intubación es difícil. Es
más probable que haya lesiones concomitantes que ponen en peligro
la vida (32%) en lesiones por alta velocidad.
A primera vista la laringe puede parecer muy vulnerable al
traumatismo por su localización relativamente superficial; sin embargo,
la estructura está bien protegida en tres de sus lados, por la columna
vertebral hacia atrás, y los gruesos músculos del cuello a
cada lado. Cuando un golpe llega a la laringe desde el frente, la cabeza
y la mandíbula tiende a caer en forma refleja, y ésta protege
la laringe.
La compresión grave o las lesiones de la laringe pueden ocluir en
forma aguda la vía respiratoria, lo que da lugar a una rápida
muerte por asfixia. El paciente lesionado puede sobrevivir a lesiones menos
importantes, según la permeabilidad de la vía respiratoria.
Son especialmente peligrosas las lesiones penetrantes del cuello, que provocan
rotura de vasos sanguíneos principales. La aponeurosis cervical
es inextensible y estancay con la hemorragia excesiva debida a un incremento
de volumen y presión de sangre atrapada dentro de los planos aponeuróticos,
pueden ser comprimidas, flexionadas y/o distorsionadas entre sí las
estructuras que se encuentran dentro, es decir la laringe y la porción
superior de la tráquea con la resultante afección de la entrada
de aire.
Es indispensable la observación constante, y debe realizarse intubación
endotraqueal más temprano que tarde. |